LA LEALTAD
El concepto de Lealtad es, probablemente, de los que más hayan mutado con el tiempo en relación directa a los parámetros dictados por la sociedad.
Antiguamente la Lealtad estaba íntimamente ligada a la relación amo/dueño con su súbdito o esclavo.
Suponía también cierto nivel de compromiso de ambas partes.
Es decir, cada uno asumía su lugar con obligaciones y responsabilidades incluidas.
Poco a poco la sumatoria de abusos de autoridad, el libre albedrío, las comunicaciones, las organizaciones sociales y/o humanitarias, han llevado a que los parámetros fueran cambiando.
Así llegamos hasta hoy donde cierto nivel de Lealtad se ve tibiamente comprometido mediante relaciones comerciales (pagos de sueldo o contratos).
Un empleado le “debe” lealtad a quien le paga.
Lingüísticamente, la Lealtad significa ser leal, que etimológicamente proviene del latín “legalis” y se traduce como respeto a la ley.
No sólo a la ley en sentido jurídico, sino también a las normas morales.
Significa lo mismo que la fidelidad, es decir, un compromiso verdadero, respeto, obediencia y cuidado hacia algo o alguien, que puede ser otra persona, a las leyes, la patria, la familia, la religión, o a alguna idea.
Procurando responder a mis alumnos sobre el significado de Lealtad he encontrado que el nivel de abstracción de ciertas definiciones como las que hemos comentado, pueden resultar confusas o vagas.
En estos casos resulta útil recurrir a la búsqueda de su opuesto.
Puntualmente, el antónimo de Lealtad es traición. Que por costumbre es más fácil de definir o al menos de interpretar.
Por eso cuando hablamos de alguien leal nos referimos a que dicha persona no engaña, no se vende, acompaña siempre, aun exponiendo su propia integridad.
La Lealtad es un compromiso, y por lo tanto sólo pueden ser leales aquellos que están lo suficientemente maduros para asumirlo.
Es una virtud o valor, generada por la confianza.
En este sentido las artes marciales fortalecen la conciencia de la Lealtad precisamente por la confianza que inspira el maestro a través de su compromiso con la enseñanza.
La paradoja del discurso, o bien, la construcción del discurso, nos lleva fácilmente a justificar la traición ya que podríamos argumentar que “uno es fiel a sí mismo y a sus principios” razón por la cual no tiene porqué ser fiel a nadie más.
En este punto también vuelve a aparecer la modernidad ya que el tiempo ha incorporado socialmente el concepto de “derechos” de una persona, entre los cuales se incluye el respeto.
El conflicto surge entonces en ¿cuándo uno deja de ser fiel?
¿En el momento en que deja de ser respetuoso?
¿Puedo ser respetuoso y no fiel? Seguramente que sí, ¿pero puede funcionar a la inversa?
Para ello es que es vital el aprendizaje y la asimilación de valores.
En este sentido es que desde la docencia trabajamos en el fortalecimiento de la honestidad, la cual nos conecta con el valor de la verdad.
Y a su vez nos permite incorporar el concepto de individualidad junto con el de sociedad.
Ya que, si nos regimos por la verdad y la honestidad, al ser honestos con nosotros mismos podemos concluir que lo seremos con los demás.
Pero cuando hablamos de verdad, no la inculcamos en términos de “lo que yo creo” si no de las verdades que nos permiten construir una sociedad honesta.
Aprendiendo a reconocer errores y aciertos.
En la práctica del Taekwondo explicamos que reconocer un error en el desarrollo de una técnica es tanto o más importante que hacerla bien desde la primera vez, ya que saber en qué nos equivocamos nos permite corregir el error más rápidamente.
En nuestra vida cotidiana, reconocer los errores debería ayudarnos a ser mejores personas, siendo leales a nosotros mismos.
Aprendiendo de nuestros propios errores, corrigiéndolos y evitando así perjudicar a otros.
Los alumnos comienzan a ser Leales a su maestro a través de la práctica, observando esta virtud de quien les enseña para con ellos mismos.
Un Maestro es leal a su alumno antes que el alumno lo sea con su maestro.
Porque un maestro enseña con rigor y cuidado.
Con disciplina y comprensión.
Con perseverancia y paciencia.
Y toda esta dedicación se transforma en un valor tan sólido como ineludible.
Podríamos decir entonces que, la lealtad es un valor que conlleva un profundo compromiso entre quienes están dispuestos a enseñar y aprender.
Gustavo Livon
Octubre 2016