LA IMPORTANCIA DEL GRADO EN LAS ARTES MARCIALES

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Tengo el gusto de compartirles este nuevo artículo con una particular introducción escrita por el Maestro Pedro Florindo. Su visión siempre nos fortalece y motiva a seguir trabajando. Espero les resulte útil.

 

“Esta comunicación tiene el propósito de informar acerca de la importancia de cada examen para obtener el grado inmediato superior, como también los procedimientos que en muchos casos se han transmitido oralmente.

El siguiente informe realizado por el Sabum Nim Gustavo Livon desde Guatemala, se aplica a todas las artes marciales tradicionales, lo escrito tiene un valor importante, y considero de mucha utilidad para alumnos e instructores”.

Pedro Florindo

 

Si bien el origen que motiva este artículo es el Taekwondo, mis incursiones en otras artes marciales, reafirman mis pensamientos sobre el tema.

Existen diversos puntos de vista sobre el tema según el cristal con el que se lo mire.

Inclusive la diversidad de opinión surge entre quienes no son practicantes, como así también entre quienes lo hacen desde toda la vida.

Dentro de los ajenos a la actividad, el espectro abarca desde la idea de un elemento decorativo, hasta el misticismo sobredimensionado del cinturón negro.

Dentro de los practicantes, están los que se desviven por un grado y los que desvalorizan la importancia del mismo con expresiones del tipo “yo no vengo por el cinturón”.

Es vital comprender desde el inicio de la práctica que, en cualquier arte marcial, existe un compromiso entre el instructor y el alumno.

Dicho compromiso implica respeto, dedicación y confianza mutua.

Desde este lugar, según el Maestro Pedro Florindo, hay dos tradiciones que no deberían romperse:

Una, es que nunca el alumno debe pedir dar examen.

La otra, es que nunca un alumno debe negarse a rendir una vez que su instructor se lo indica.

En ambos casos las razones son muy similares:

Es tan importante desarrollar la paciencia como superar la vicisitud del momento de exponerse.

Ambas, fortalecen el espíritu y el temple de quien practica.

En ambos casos, también,  surge el concepto de confianza y respeto, ya que un buen instructor nunca expondría a un alumno a una situación para la cual no esté preparado.

Algunos practicantes “desinterpretan” o deconstruyen el valor de un grado argumentando que ellos no practican para obtener un grado.

Nadie que se sume con buenas intenciones a la práctica de cualquier arte marcial, buscará un grado.

Simplemente buscará su superación personal.

Otros argumentarán que no desean pasar por el stress de un examen, y sentirán a éste como una carga, o bien no tendrán confianza en su destreza.

Sin embargo, los exámenes son claves en la formación del artista marcial mucho más allá de la evaluación técnica.

Los exámenes no se rigen por la escala comparativa habitual de la cultura occidental que busca medir el conocimiento y en este caso también, el de medir una habilidad.

No existen comparaciones entre alumnos, no hay mejores o peores.

Sólo es la puesta en práctica de lo aprendido, como prueba de superación personal.

El examen es una clase especial y no debe vivirse como una situación de posible descalificación.

El Taekwon Do es un arte marcial que entrena a las personas tanto física como mentalmente.

A pesar de que es fácil hacer comparaciones de las habilidades físicas, quienes evalúan estarán juzgando el progreso personal.

El entusiasmo del alumno, su cortesía, actitud de respeto, y orgullo personal también son parte de la evaluación.

El instructor a cargo es quien decide si el alumno está en condiciones de pasar de grado.

Razón por la cual el alumno no debe estresarse frente a esa situación sino por el contrario sentir la satisfacción de que su maestro ya considera que está listo.

Dicha superación implica también al instructor, ya que la evaluación hecha por otro maestro ayudará al propio instructor a mejorar a sus alumnos, re enfocando en los aspectos mejorables del practicante.

En el polo opuesto, algunos alumnos, al aplicar una evaluación comparativa que, como ya mencionamos pertenece al ámbito de la educación occidental, creen merecer una graduación mayor a la que puedan recibir, o a la que ha recibido otro.

Nuevamente los conceptos de confianza y paciencia resultan cruciales ya que sólo los instructores cuentan con las herramientas para evaluar, no sólo la técnica sino la actitud del practicante.

¿Debería acaso un joven atleta graduarse más rápido que un adulto sin mayor experiencia?

Probablemente al adulto cada ejercicio le cueste más que a un joven con una condición física prexistente.

Desde ese punto de vista debería valorarse aún más el esfuerzo del adulto ya que para desarrollar una misma técnica habrá tenido que trabajar más arduamente.

Por eso, la evaluación tiene diferentes propósitos.

 

Para el instructor es una forma de evaluar la voluntad y el esfuerzo según las propias condiciones de cada alumno.

Permite observar qué aspectos trabajar en cada caso, ya que no todos evolucionan al mismo ritmo ni en la misma dirección.

Para el alumno, en la mayoría de los casos, especialmente los jóvenes, es un elemento motivador y aspiracional.

En los adultos, el examen fortalece su espíritu y revitaliza su voluntad al comprobar que más allá de los años y/o de la condición física es posible evolucionar, aprender y mejorar.

 

El período de tiempo entre exámenes también es clave, ya que ayudar a dimensionar, la importancia y el volumen de conocimientos que deben adquirirse.

 

La progresividad se ve igualmente también en la educación occidental.

Nadie supone que sería posible estudiar 5 años por una licenciatura y luego dar un sólo examen al final de la carrera.

Igualmente sucede en las artes marciales.

Sería por demás desalentador y frustrante practicar durante 4 años y de pronto rendir un examen para cinturón negro.

Luego, existe un “espíritu de cuerpo” entre el grupo de estudiantes, el cual también se construye a base de respeto y colaboración.

Pedir permiso al entrar al lugar de práctica saludando al alumno más antiguo sería imposible si todos tuvieran cinturón blanco.

Es decir que el grado acorde al tiempo de práctica, también implica una responsabilidad. 

Por la tanto es clave que los nuevos practicantes vean el grado de otros, y sepan que pueden contar con ellos a la hora de cualquier consulta o apoyo.

Un alumno más graduado, en ausencia del instructor, tiene la obligación de ayudar a un compañero más nuevo a corregir posiciones, técnicas o responder cualquier inquietud que su conocimiento le permita.

Difícilmente esto suceda en cualquier otra disciplina deportiva.

Por eso siempre insisto en que practicamos un arte marcial y no un deporte.

Aun así, el grado también es vital en la faz deportiva, ya que un alumno con muchos años de práctica y un bajo grado tomaría ventaja injustamente en una competencia si compitiera con alguien de su rango pero con menor tiempo de práctica.

Resulta clave también, como menciona el Maestro Pedro Florindo, “que el grado, más allá que esté implícito, implica una jerarquía que como en todo sistema vertical debe ser respetada para mantener la coherencia del grupo.

Además por historia y leyendas, las artes marciales, al provenir de sistemas religiosos y militares mantienen ese método piramidal”.

En conclusión, los exámenes llevan al alumno a superar sus propios límites, fortaleciendo la confianza en sí mismo, prestando atención, superando las frustraciones y demostrando que siempre es posible mejorar, paso a paso.

Con respeto, paciencia, integridad, disciplina, perseverancia, autocontrol y lealtad.

 

Gustavo Livon

Guatemala, 5 de agosto de 2015

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